15 noviembre 2010

CORTE Y CONFECCIÓN

El grandullón con cara tierna y escasos ojos vidriosos paseaba con su hija de la mano, que proporcionalmente parecía una muñeca de trapo prodigiosamente ágil. Desde una prudente distancia los vi tomar asiento en un banco del parque. Allí, las grandes manos del padre se perdieron entre sus ropas, emergiendo con un sonriente muñeco de trapo (éste sí), unas grandes tijeras y unos pequeños trozos de tela envueltos por un trozo de papel. Momentos después, la niña observaba atentamente cómo su padre despojaba cuidadosamente al muñeco de la indumentaria de un equipo de futbol para colocarle la de otro. La niña aplaudió y la pareja desapareció, dejando desperdigados y desgarrados trozos de tela sobre la piedra del banco.