29 diciembre 2010

MISIVA CINCO: “DESAPRENSIVOS”

“Desaprensivos que miran hacia otro lado, desaprensivos que mienten cada día una mentira eterna y secular recogiendo un testigo que nunca, nunca llega a caer al suelo; manipuladores que se revisten de dignidad y posan para la eternidad; desaprensivos que prejuzgan abiertamente, manipuladores de opinión que encuentran satisfacción en ello: honda satisfacción. Desaprensivos que aplauden aunque les asomen las cartas de ambas mangas: ahora, ya da igual. Desaprensivos que piden paciencia y sonríen. Desaprensivos que tiran la piedra y esconden la mano, que encienden mechas, que echan balones fuera sin pensar: dando patadas. Desaprensivos que se hacen pasar por víctimas, que lloran, que ocultan la cara entre sus manos, que tiemblan, que vigilan entre sus dedos. Desaprensivos que pisotean cualquier principio, avanzando resueltos, rodeados de escudos de legitimación: audiencia, popularidad, noticia, entretenimiento, interés general, resultados, derechos, actualidad, diversión, audiencia, colorido, libertad, audiencia, democracia. Democracia para elegir cómo hundirte, como absorber y asentar toda la desesperación, todas las derrotas silenciosas con que se nace, losas que impiden crecer, y sólo dejan príncipes y princesas de gran superficie a bordo de carritos, licuados en un instante a los pies de un vendedor de cosas que eres un perdedor si no tienes YA.” Eran letras muy juntas e inclinadas, crispadas, que me empujaban a leerlas rápido, colocadas entre los limpiaparabrisas de mi coche, escritas en un mínimo trozo de papel amarillo. “No todos viven así”, fue lo único que se me ocurrió.