02 octubre 2013

EL GATO MÁS SILENCIOSO QUE CONOZCO

Mientras te hablo
persigue el olvido mi voz,
en carrera pactada
con el tiempo:
el gato más silencioso que conozco.
Ese calmoso silente que va esparciendo
la ceniza acuosa que adormece nuestros pasos.
Pero, antes de que mi voz sea enterrada 
entre la hojarasca de voces
que redundan,
vuelan y adornan,
quisiera poder escribirte
algo que nunca hayas escuchado;
quisiera servirte,
dejar de morder el aire.

Conformar, por fin, el poema percutor
que explota en mi pensamiento

El terror enturbia la blanca espuma,
loco de miedo y odio
hacia la libertad,
como un caballo iracundo
entre el oleaje de la vida.
Arranca cada vez algo
que no se podrá recuperar;
siega latidos e ilusiones:
esa luz que desboca al asesino.

Todo cambia, todo crece
todo brilla, todo florece
menos tú.
El mal nunca se desmenuza
entre los dedos del bien
simplemente se aleja un poco para volver
como un perro rabioso
a la primera llamada.
Todos opinan,
mientras persiste el círculo negro
ante el que nadie se detendrá jamás.

Quiero que salga fuego de mi voz
para envolverte
y sacarte de allí.
Apretar fuertemente tus manos,
romper distancias,
levantar murallas de dignidad.
Tener poder y no ser tan débil,
tan voluble como soy.

Los trenes de la justicia
van y vienen
ruidosos sobre nuestras cabezas
para nunca parar en el lugar adecuado

Leo para ti aquí de pie
con voz ajada y amarga
minutos antes del olvido de mis palabras
sintiéndome la tenue excusa del silencio.

Nuestra cobardía nos corrompe,
nuestra corrupción nos envilece,
nuestra lenta podredumbre nos absorbe.
Pero los espejos aún esconden nuestro deterioro.

Todo da vueltas sin asidero
dentro de la burbuja del tiempo,
ese presente fugaz
tan repentinamente pasado.
Allí te oigo reír,
te siento soñar, respirar,
entonces algo se detiene
y se me clava el frío de tu ausencia.
Miro hacia adentro.
Callo,
sin saber qué decir
y es terrible.
Y soy otro opinador entrecortado,
otro espectador distraído más
del dolor y el sufrimiento.

La tragedia nos mira fijamente
desde inmensas ojeras
labradas a base de preguntas sin respuesta,
endurecidas por mantener vivo el recuerdo
entre tormentas de impunidad.
Por soportar la insoportable normalidad del vacío,
la muda crueldad del prójimo.

Encubrimiento
dejadez
manipulación
mentira
ocultación
prejuicio…

Odiosas palabras,
escupitajos de  injusticia
en nuestra cara.
Sustantivos que se agolpan
acerbos en mi garganta.
Y siento asco y hastío
de masticarlos
para reproducirlos una vez más
desde un hilo de voz
que me avergüenza.





Poema compuesto para y leído en el “3º encuentro de escritores por Ciudad Juárez”, celebrado en el Centro Cívico del Zaidín en Granada (España), el 28 de septiembre de 2.013.

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