16 octubre 2013

NO SE ALARME

Y entonces la radio dijo que el tinte de las servilletas era tóxico
y nos aconsejó ponernos a cubierto
al día siguiente de que volase el techo.
Y la publicidad miente subiendo el volumen.
Y la vida hormiguea sin hormiguero
con ojos vendados
y oídos saturados.
Y cada tele ha construido un pequeño policía dentro.
Atento
mientras pisas el papel de regalo,
tú, evolucionado ser de complejos matices:
un día una mano enguantada llamará a tu puerta
y te dará a elegir entre el blanco y el negro.
Y en el supermercado,
alguien te toma del brazo para advertirte
que hemos llegado al final de algo
que ni siquiera habíamos empezado,
pero no pronuncia palabra
sólo tiembla y te transmite
el poder de su miedo.
No dobles más tu único billete
al abrirlo seguirá siendo de otro.
Levántate y anda, dice el ministro.
Los que pueden cambiar algo
se lamentan de tu mala suerte.
Ya no me queda lirismo,
sólo urgencia;
del centro del poema sale otro poema
y las manos de hierro y sangre
achican versos a zarpazos de seguridad nacional.
Hay que avanzar,
dicen subiendo el volumen
después de convertir la verdad en polvo
al dividirla en mil con el carné del partido
¡Síganos señor, no sea un perdedor!
si se para muere (o le matan)
(o le matamos nosotros)
por un error de comunicación
entre departamentos.
No se alarme, el porcentaje es de un uno por ciento.