23 noviembre 2015

HASTA LUEGO

Una conversación que escuchó en la calle le retrotrajo a una escena de hacía treinta años, más o menos. Cauteloso, se fue internando en ella con emoción mientras volvía a casa, midiendo sus pasos para que el vértigo del recuerdo no lo desequilibrase. De pronto, se vio en el centro de una ciudad europea, evocó los olores, el frío que no paralizaba, algunos ruidos, los pequeños comercios y restaurantes, aureolados por la magia de lo efímero; los semáforos, lanzando destellos de luz entre la neblina. Volvió a cruzar aquellas antiguas y rabiosas calles, a observar las señalizaciones de tráfico levemente diferentes, las pintadas de las paredes, a sentir el vacío ante los carteles de actuaciones a las que no asistiría; a mirar a la gente, que ni siquiera reparaba en su presencia. Dijo hasta luego a todo lo que quedaba velozmente atrás mientras él avanzaba hacia su partida. Recordó que durante aquellos minutos vespertinos comprendió lo inexorable. Él se iba y todo se quedaba, desapareciendo ante sus ojos. Parecía ser sólo capaz de asirse a su bolsa de viaje. Sin embargo, mientras caminaba a buen paso, decidió aferrarse con firmeza a un plan de futuro: anotó mentalmente todos los sitios a los que volvería en su próxima visita, las tiendas de discos, las librerías, aquel parque, el pequeño café del que le hablaron. Iría al mismo hotel, con su biblia y esas gruesas cortinas beis que olían a polvo. Bebería algo menos de alcohol y... La programación se interrumpió bruscamente, los demás le metían prisa, ya que su labor de planificación ralentizaba sus pasos. No podían parar, iban muy ajustados de tiempo. Todos parloteaban jadeantes, recordaban anécdotas, relataban sus compras manoteando y calculaban el tiempo que les quedaba mientras buscaban los billetes, antes de bajar al metro. Allí terminó de desaparecer todo para él, asaltándole un olor similar al de todos los metros. Una sensación asfixiante de rutina, obligaciones inmediatas y familia. Rememoró el aeropuerto, los espacios infinitos, las pantallas, las prisas, los asientos, la llegada. El momento en que regresó a la tierra que jamás volvería a abandonar. 

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