16 mayo 2016

REENCUENTRO

Si alguien me hubiera pedido opinión acerca del regreso de 091, me hubiese mostrado bastante reticente. Esa es la verdad. La razón de fondo no es otra que el miedo que me producía que la cosa saliese mal, que no obtuviesen la respuesta deseada por parte del público, que todo quedara reducido a un ejercicio de nostalgia para unos pocos, y uno de los pedazos de la historia del rock español más reivindicable volviese de nuevo a su rincón, y esta vez apaleado por la realidad. El mundo del rock tiene estas conexiones emocionales, que son parte de su magia esencial. La empatía que llegamos a sentir con nuestros grupos favoritos rebasa muchas veces la lógica. Por alguna extraña razón, tendemos a ponernos en su piel, a padecer sus fracasos o la incomprensión a la que son sometidos por el resto. A temer por ellos. Tiendo al pesimismo, lo reconozco, y por eso lo primero que imaginé fueron escenarios menores, ambientes fríos o críticas acerbas.

Ya han pasado los esperados conciertos de Granada, termómetro ideal para valorar cómo está resultando esta “resurrección”, y es evidente que el balance no puede ser más positivo. Las reediciones por fin hacen justicia con uno de los repertorios que han rayado a mayor altura dentro rock hecho en castellano. El público ha respondido. Y, algo muy importante, sobresale la profesionalidad de la planificación en todos los aspectos, empezando por la propia preparación de la banda, cosa que me alegra, pero no me sorprende; por lo poco que conozco a José Ignacio Lapido, sé que no es amigo de pasos en falso ni de cabos sueltos, y que el compromiso que demuestra con su trabajo y el respeto por su público están fuera de toda duda. Más bien son un espejo en el que debería mirarse más de uno. De estos conciertos de la plaza de toros destaco la organización, el cuidado de los detalles, o la inversión realizada, acorde con lo que se quería ofrecer. Pero, sobre todo, la certeza de haber  visto a un grupo que ha conseguido lo que pocos logran en este tipo de reuniones: se han reencontrado, entre ellos como músicos y con las canciones. Han sabido retomar el pulso allí donde se quedó. Han pulido y añadido detalles, refrescado el repertorio y renovado pequeñas cosas para conseguir ser ellos de nuevo en un escenario.



El éxito de este regreso está siendo objeto de estudio pormenorizado en decenas de barras de bar. He participado en alguno de esos debates, y en ellos he expuesto mi opinión. Pienso que 091 gustó durante su trayectoria a mucha gente, no a tanta como para convertirse en superventas (menuda palabra anticuada) pero sí a la suficiente como para dejar huella. De entre aquellos seguidores, muchos dejaron de escuchar música con la edad y fueron aparcando al grupo, y otros mudaron de gustos e intereses musicales, empujados quizá por esa tendencia hacia la experimentación y la superación de lo clásico que ocupó el final de los ochenta y buena parte de los noventa, circunstancia ésta que mermó de paso el relevo generacional de seguidores del grupo. Pues bien, todos esos han vuelto. Pasados los años, y ante la perspectiva de poder ver en contados conciertos acotados en el tiempo al grupo que en su día fue importante para ellos, los antiguos seguidores se han apuntado a un ejercicio a medio camino entre la nostalgia y el redescubrimiento; y a los que los dejaron de seguir, el tiempo les ha demostrado que lo que realmente permanece son las canciones que, en el caso que nos ocupa, han soportado en su mayor parte el paso de los años. Eso sin olvidar el reducto de fieles que, año tras año, han mantenido encendida la llama de la banda, haciendo apasionado proselitismo hasta donde han podido. Solo queda que, tras esta gozosa confluencia, algunos se queden y conozcan el repertorio de José Ignacio Lapido. Estoy seguro de que les merecerá la pena. 

1 comentario :

Miriam G. dijo...

Completamente de acuerdo.

Un beso, Miriam G.